Descubre nuestro románico más auténtico en una naturaleza impresionante. Villas medievales, fortalezas inexpugnables, ermitas encantadoramente perdidas y pueblos que atesoran una arquitectura y una cultura que se pierde en la noche de los tiempos: he aquí el Sobrarbe, he aquí el país románico, en el corazón de los Pirineos.
NUEVA
Aínsa, la perla del Pirineo, la bien amurallada, la villa románica por excelencia. Su título de pueblo de los más bonitos de España, ganado a pulso por su maravillosa arquitectura románica, extrañamente conservada a lo largo y ancho de toda la ciudad medieval: castillo, plaza mayor porticada, excepcional, calles y palacios, rincones con sabor añejo, portalones defensivos y el esplendoroso conjunto artístico-religioso de la iglesia-colegiata de Santa María y su torre; románico absoluto, románico profundo, románico portentoso, para perderse y, dejarse llevar…
A las puertas del Parque Nacional de Ordesa y Monteperdido es Torla una verdadera joyita rodeada de altas cumbres, una sorpresa que no nos esperamos. Trazado medieval, con una arquitectura de hondo sabor montañés, encontramos pasajes, torres y ermitas que nos transmiten el esfuerzo realizado para vivir en un entorno tan exigente.
En el centro del admirable valle al que da nombre, se divide Broto en dos barrios de fuerte carácter. Conserva típica arquitectura pirenaica y una iglesia que parece más una fortaleza. Además, la Case del Valle y su Cárcel, nos hablan de un pasado ganadero presente aún en el valle. Muy cerquita del casco urbano la Cascada del Sorrosal, espectacular, un salto de agua de 100 m., con una geología que asombra en sus pliegues, como sábanas enrolladas…
Entre selvas de encinas, a los pies del Parque Natural de la Sierra de Guara, se acurruca Lecina, recogido, limpio, acogedor. Su casco urbano nos impresiona: casas tradicionales, chamineras gigantescas, casas-torre espectaculares, en un entorno que no nos dejará impasibles. Y a la entrada del pueblo, majestuosa, inabarcable, mitológica, la Encina milenaria de Lecina, con una copa de ramas que llegan hasta el suelo, con un tronco cuyo diámetro es como el de una torre medieval, lugar de leyendas y tradiciones míticas.
Encaramada entre peñas y barrancos es Alquézar un lugar que parece sacado de las Mil y una Noches. De fundación musulmana, destaca sobre todo el caserío su magnífica colegiata con claustro románico protegida por las fuertes murallas de la fortaleza, al-Qasar, en paraje inigualable sobre una gran roca. Por supuesto, la villa conserva todo tipo de callejuelas y rincones de ambiente medieval moruno, con iglesias y palacios de gran carácter. Un auténtico regalo para los sentidos.